Ben Feringa es el pionero de una revolución de dimensiones diminutas. Hijo de dos granjeros, se interesó por la química por la posibilidad de “construir su propio mundo molecular” y “hacer cosas que nunca han existido”. Hace unas semanas, este investigador de la Universidad de Groninga recibió el premio Nobel de Química junto a Fraser Stoddart y Jean-Pierre Sauvage por crear las máquinas más pequeñas del mundo.
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