La técnica EIT emplea una serie de electrodos en la piel del paciente. Se emiten corrientes eléctricas y, una vez atraviesan el cuerpo, se mide los voltajes generados, otra vez en la piel. Se repite el experimento con diferentes configuraciones de corriente y, a partir de estos datos, se reconstruye la conductividad del interior del cuerpo. Cada material resiste la electricidad de distinta forma (un hueso, el aire del interior del pulmón, la sangre, un tumor…), de manera que las distintas conductividades en cada punto permiten obtener una imagen del cuerpo.
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